lunes, diciembre 22, 2008




[...]

Y millones de páginas más tarde,
las esferas colgantes en la noche
un hombre sopesó, tras escuchar los golpes
de sonoros martillos en la fragua,
y ensoñó el monocordio,
las casas del Zodiaco,
el reloj exactísimo de agua,
los nombres de los dioses
y el son escalonado de los mundos numéricos
del uno al nueve, y sus combinaciones
sin números impuros en la mente ordenada,
pese al caso del cero, inexplicable.

Alto -la voz ordena -, es necesario
dejar a un lado los doce últimos versos,
pausar el canto, entrecerrar los ojos,
avanzar hacia atrás.



(José Luis Giménez-Frontín, Requiem de las esferas)

In Memoriam





Imágenes: Anke Merzbach y Esferas celestes del Imago Mundi